Roiman F. Navarro V. / Prensa MinSalud.- El Ministerio del Poder Popular para la Salud (MinSalud) rinde un merecido homenaje a los 112 años del natalicio del Dr. Jacinto Convit, un médico y científico que, más allá de sus logros, fue un verdadero humanista. Nacido un 11 de septiembre de 1913 en la humilde parroquia de La Pastora, en Caracas, Convit creció con una visión clara: la medicina debía ser una herramienta al servicio de la gente.

Desde muy joven, en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela, mostró una profunda empatía por los más vulnerables. Su camino lo llevó a una de las enfermedades más temidas y estigmatizadas de la época: la lepra. En el leprocomio de Cabo Blanco, no solo trató la enfermedad, sino que también devolvió la dignidad a quienes la padecían, demostrando que la ciencia y la compasión pueden ir de la mano.

Uno de sus logros más notables fue el desarrollo de una vacuna y un tratamiento innovador para la lepra, lo que permitió el cierre de los leprocomios y ofreció un trato más humano a los pacientes. Además, creó una inmunoterapia eficaz para la leishmaniasis, una enfermedad parasitaria que afecta la piel, con un impacto significativo en el control de brotes, especialmente en áreas de refugiados. Su visión se extendió incluso a la lucha contra el cáncer, investigando tratamientos experimentales que combinaban células tumorales con la vacuna BCG, mostrando un enfoque multidisciplinario y vanguardista en la medicina.

Su dedicación y contribuciones no pasaron desapercibidas. La comunidad internacional reconoció su trabajo con distinciones de gran prestigio, como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1987. Un año después, fue nominado al Premio Nobel de Medicina por su vacuna contra la lepra, un testimonio del impacto mundial de su investigación.

Como visionario, fundó y dirigió el Instituto de Biomedicina de Venezuela, un centro que continúa su labor en la investigación de enfermedades tropicales en el Hospital Vargas de Caracas, asegurando que su compromiso con la ciencia y la humanidad perdure.

Hoy lo recordamos no solo por sus extraordinarios descubrimientos, sino por su humanidad. Su vida nos enseña que la pasión, la perseverancia y la empatía tienen el poder de cambiar el mundo.

 

Deja una respuesta